DAMASQUINADO

De la destreza de las manos del artesano para transformar un simple objeto metálico en una delicada pieza de joyería, se mantiene viva la técnica artesanal del damasquinado. Con el mismo amor por el detalle y el ritmo pausado de los antiguos maestros en Damasco, de donde tomó su nombre, se talla hoy en a capital mundial de esta técnica: Toledo.


Esta artesanía arraigó en la provincia castellano-manchega a finales del siglo XIX, de la mano de los herederos del vasco Eusebio Zuloaga. Fue él quien re descubrió esta técnica, entonces casi desaparecida, en una armadura de origen damasquino y la aplicó a sus creaciones, volviéndola a poner en valor en España. En ella, oro y hierro se funden en uno cuando, al sumergir la pieza tallada en una solución cáustica y ser calentada a muy altas temperaturas, el acero se torna oscuro y el metal noble mantiene su brillo.

Artesano damasquinado trabajando